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Prepará el bacalao:
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Si no está desalado, ponelo en agua fría cambiándola cada 8 horas durante 48 horas.
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Secalo bien con papel de cocina antes de usar.
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Sellá el bacalao:
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En una sartén amplia, calentá aceite y dorá el bacalao por ambos lados. No lo cocines del todo, solo sellalo. Reservalo.
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Prepará la salsa:
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En el mismo aceite, sofreí la cebolla y los ajos picados finamente hasta que estén dorados.
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Añadí el pimentón (fuera del fuego unos segundos para que no se queme).
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Sumá el vino blanco, dejá que evapore un poco el alcohol.
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Agregá el tomate triturado y el laurel, y cociná unos 10-15 minutos a fuego medio.
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Integrá el pimiento:
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Cortá los pimientos en tiras (si son asados, mucho mejor) y agregalos a la salsa.
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Terminá el plato:
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Incorporá el bacalao sobre la salsa, tapá la sartén y cociná a fuego bajo unos 5-8 minutos, moviendo la sartén suavemente para que el bacalao suelte su gelatina y la salsa quede espectacular.
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Serví:
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Dejalo reposar unos minutos antes de servir. Ideal acompañarlo con pan crujiente para no perderse ni una gota de la salsa.
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Consejito:
Si querés que la salsa quede aún más fina, podés triturar la base de tomate y cebolla antes de añadir los pimientos y el bacalao.