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Menor tensión en las rodillas: Al tener la espalda apoyada (por ejemplo, contra una pared o un soporte), parte del peso se distribuye, reduciendo la carga directa en las articulaciones.
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Mejor alineación postural: Si la espalda está bien apoyada, ayuda a mantener la columna erguida y evita curvaturas forzadas.
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Estabilidad y equilibrio: Esta postura es más accesible para personas con movilidad reducida o falta de fuerza en piernas, ya que el soporte dorsal facilita la permanencia.
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Estimulación suave de caderas y rodillas: Mantener las rodillas flexionadas en el suelo puede ayudar a mantener la flexibilidad en caderas y muslos sin sobrecargar.
Beneficios en la práctica de ejercicios o meditación:
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Para meditación o respiración: Esta postura puede ser más cómoda que la posición de loto o seiza (sentado sobre los talones) para algunas personas, especialmente si hay soporte en la espalda.
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En el entrenamiento: En ejercicios como el “box squat” (sentadillas con apoyo), ayuda a practicar el movimiento con control, ideal para rehabilitación o principiantes.
Precauciones:
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Si hay dolor de rodillas, es mejor usar un cojín o almohadilla para reducir la presión.
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Evitar si hay lesiones en tendones o meniscos, a menos que sea bajo supervisión profesional.
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No arquear demasiado la espalda al apoyarse; mantenerla neutra.