Este es el punto donde el consumo excesivo de azúcar se vuelve problemático para la salud.
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Aumento de Peso y Obesidad: El azúcar añadido aporta “calorías vacías” (muchas calorías y cero nutrientes). Además, la fructosa (especialmente en forma de jarabe de maíz de alta fructosa, presente en muchos refrescos) no sacia igual que la glucosa y puede alterar las hormonas del hambre (leptina y grelina), llevándote a comer más.
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Resistencia a la Insulina y Diabetes Tipo 2: Cuando constantemente hay un exceso de glucosa en sangre, las células se vuelven “resistentes” a la insulina. El páncreas tiene que trabajar más para producir más insulina. Con el tiempo, se agota y aparece la diabetes tipo 2.
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Enfermedades Cardiovasculares: Contrario a lo que se pensaba (que la grasa era la única culpable), el exceso de azúcar es un factor de riesgo clave. Contribuye a la obesidad, inflamación, niveles altos de triglicéridos y presión arterial alta.
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Hígado Graso No Alcohólico: La fructosa se metaboliza casi en su totalidad en el hígado. Un exceso sobrecarga este órgano, que convierte la fructosa en grasa. Esta grasa se acumula en el hígado, pudiendo derivar en esta enfermedad, que antes solo se veía en grandes bebedores de alcohol.
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Caries Dental: Las bacterias en la boca se alimentan del azúcar y producen ácidos que erosionan el esmalte dental, provocando caries.
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Envejecimiento de la Piel: El azúcar en exceso puede dañar el colágeno y la elastina a través de un proceso llamado “glicación”, lo que lleva a una piel menos flexible y con más arrugas.
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Alteración de la Microbiota Intestinal: Una dieta alta en azúcar puede alterar el equilibrio de bacterias beneficiosas en el intestino, favoreciendo a las perjudiciales y afectando la digestión y el sistema inmunológico.
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Problemas Cognitivos: Algunos estudios vinculan las dietas altas en azúcar con un mayor riesgo de deterioro cognitivo, demencia y depresión, debido a la inflamación crónica y al estrés oxidativo.
¿Debo Eliminar el Azúcar por Completo?
No, y no es necesario. El cuerpo necesita glucosa para funcionar. El problema no es el azúcar natural presente en una manzana, sino el exceso de azúcares añadidos en nuestra dieta moderna.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que el consumo de azúcares libres sea menos del 10% de la ingesta calórica total, y sugiere que reducirlo a menos del 5% (unos 25 gramos o 6 terrones al día) proporcionaría beneficios adicionales para la salud.
Consejos para un Consumo Más Saludable