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Lavar y trocear el calabacín (con piel si es tierno), el pepino pelado y el ajo (sin el germen para que no repita).
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Triturar todo junto en una batidora: calabacín, pepino, ajo, agua fría, vinagre, sal y aceite. Si querés un toque más suave, podés añadir una cucharada de yogur o queso crema.
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Ajustar textura al gusto: si queda muy espeso, añade más agua fría o un par de cubitos de hielo.
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Colar (opcional) si lo querés ultra fino y sin pieles.
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Enfriar en la nevera al menos 1 hora para que los sabores se integren bien.
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Servir muy frío, decorado con un chorrito de aceite de oliva, hierbas frescas o daditos de calabacín crudo, pepino, o incluso semillas de sésamo.
Variaciones:
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Podés añadir un poco de aguacate para hacerlo más cremoso.
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Si te gusta más ácido, aumentá un poco el vinagre o agregá unas gotas de limón.
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Si lo querés 100% vegano, omití el yogur y usá más calabacín o un poco de aguacate.