1. Preparar las fresas:
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Lava y corta las fresas. Si usas congeladas, descongélalas previamente.
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Tritúralas con la mitad del azúcar y el jugo de limón (si lo usas) hasta obtener un puré.
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Si deseas una textura más suave, puedes colar el puré para eliminar las semillas.
2. Base del helado:
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Opción rápida (sin huevo):
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Mezcla el puré de fresas con la leche, crema, azúcar restante y la vainilla.
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Refrigera por al menos 2 horas antes de congelar.
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Opción gourmet (con yemas):
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Calienta la leche con la vainilla en una olla a fuego medio.
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En un bol, bate las yemas con el azúcar hasta que estén pálidas.
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Vierte un poco de la leche caliente sobre las yemas (para temperar), mezcla y vuelve todo a la olla.
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Cocina a fuego bajo hasta que espese ligeramente (como una crema inglesa). No hervir.
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Deja enfriar completamente, luego añade la crema y el puré de fresas.
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3. Congelar:
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Si tienes máquina de helado, sigue las instrucciones del fabricante.
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Si no tienes máquina:
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Vierte la mezcla en un recipiente con tapa y lleva al congelador.
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Cada 30–45 minutos, mezcla con un tenedor o batidor de mano para romper los cristales de hielo (repetir 4 veces).
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Presentación gourmet:
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Sirve con trozos de fresa fresca, menta o un chorrito de balsámico reducido.
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Añade un remolino de crema batida o unas galletas crujientes.