En el plano digestivo, el kiwi destaca por su alto contenido en fibra soluble e insoluble, que mejora el tránsito intestinal y previene el estreñimiento. Además, contiene actinidina, una enzima natural que facilita la digestión de proteínas, aliviando la sensación de pesadez estomacal que muchas veces dificulta el sueño.
No obstante, como con todo alimento funcional, es importante tener en cuenta ciertas precauciones. Personas con alergia al kiwi —más común en quienes también reaccionan al látex o frutas como plátano o aguacate— deben evitarlo. Por otro lado, su acidez natural puede causar molestias gástricas en personas con estómago sensible o reflujo. Además, su efecto ligeramente laxante podría provocar diarrea si se consume en exceso.
En resumen, el kiwi es un aliado nocturno sabroso, refrescante y terapéutico. Integrarlo de forma consciente en la dieta nocturna puede convertirse en un hábito sencillo con grandes beneficios para el cuerpo y la mente.