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Preparar la mezcla de yemas y azúcar: En un bol, bate las 4 yemas de huevo con el azúcar hasta que la mezcla se vuelva espesa y de color amarillo pálido.
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Disolver la maicena: En un pequeño recipiente, disuelve la maicena en un poco de leche fría (de los 500 ml de leche que tienes), mezcla bien para que no queden grumos.
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Cocinar la leche: En una cacerola, calienta los 500 ml de leche a fuego medio hasta que empiece a hervir. Luego, agrega la mezcla de maicena disuelta y revuelve constantemente para evitar que se formen grumos.
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Agregar las yemas: Una vez que la leche con la maicena esté caliente, vierte lentamente la mezcla de yemas con azúcar en la cacerola, sin dejar de batir. Cocina a fuego bajo durante unos 5-8 minutos, hasta que la mezcla espese y adquiera una consistencia cremosa.
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Añadir la nata y la vainilla: Retira la cacerola del fuego y añade la nata líquida y la esencia de vainilla. Mezcla bien hasta que se integren completamente.
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Dejar enfriar: Vierte la crema en copas o en un recipiente grande y deja que se enfríe a temperatura ambiente. Luego, puedes meterla en el refrigerador para que tome una textura más firme y fresca.
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Servir: Sirve fría y decora con lo que prefieras: frutas frescas, galletas, o un toque de chocolate rallado.
¡Listo! Este postre es súper fácil de hacer, delicioso y siempre es un éxito. ¿Te animas a probarlo?
