- Haz una pequeña cruz en la base de los tomates con un cuchillo.
- Colócalos en una olla con agua hirviendo durante 1-2 minutos, o hasta que la piel comience a despegarse.
- Retíralos del agua y ponlos en un bol con agua fría para detener la cocción. Pela los tomates y córtalos en trozos pequeños.
Cocinar la salsa:
- En una sartén grande, calienta el aceite de oliva a fuego medio.
- Añade la cebolla picada y el ajo picado o triturado, y sofríelos hasta que estén dorados y fragantes, unos 5 minutos.
- Incorpora los tomates pelados y picados, y cocina a fuego medio-bajo durante unos 20 minutos, removiendo ocasionalmente.
Sazonar:
- Agrega el azúcar, la sal, la pimienta, las hojas de laurel y las hierbas secas (orégano y albahaca).
- Si prefieres una salsa más líquida, añade el agua o caldo y cocina por unos 10-15 minutos más, hasta que la salsa espese a tu gusto.
Procesar (opcional):
- Si prefieres una textura más suave, puedes licuar la salsa con una batidora de mano o una licuadora hasta obtener una consistencia suave.
Rectificar el sazón:
- Prueba la salsa y ajusta la sal y la pimienta si es necesario. Si la salsa te queda muy ácida, puedes añadir un poco más de azúcar.
Servir:
- ¡Tu salsa de tomate casera está lista! Úsala para pasta, pizza, bruschetta, o como base para otros platos.
¡Disfruta de tu salsa casera! Es un acompañante perfecto para muchos platillos y puedes guardarla en frascos herméticos en el refrigerador por varios días.