A lo largo de la historia, diversas culturas han sostenido la idea de que los bebés eligen a sus padres antes de nacer. Esta creencia, que trasciende religiones y tradiciones, sugiere que la llegada de un nuevo ser a una familia no es casualidad, sino parte de un proceso espiritual más profundo. Desde la reencarnación en las filosofías orientales hasta las experiencias cercanas a la muerte en la cultura contemporánea, esta noción ha sido explorada en múltiples formas.
En el hinduismo y el budismo, por ejemplo, se cree que el alma de un bebé elige a sus padres según su karma. Según esta perspectiva, las almas reencarnan con el propósito de aprender lecciones pendientes o equilibrar acciones de vidas pasadas. Así, el entorno familiar, las circunstancias de nacimiento e incluso los desafíos que enfrentará un niño están determinados por esta elección previa, basada en su evolución espiritual.
En algunas tradiciones indígenas de América, se sostiene que los espíritus de los futuros niños visitan a sus padres en sueños o visiones antes de la concepción. Se dice que estos espíritus buscan una familia con la que compartan un vínculo especial o que les ayude en su misión de vida. De manera similar, en la cultura japonesa existe el concepto de tamashii no en (conexión del alma), que sugiere que los bebés y sus padres están unidos por un destino preestablecido.
