Los huevos son un alimento básico en muchas cocinas, pero su frescura puede ser difícil de determinar a simple vista. Afortunadamente, existe un método sencillo y efectivo para saber si un huevo es fresco, viejo o incluso podrido: la prueba del agua. Este truco, utilizado por generaciones, solo requiere un vaso o recipiente con agua y el huevo que deseas evaluar.
El método del vaso con agua
Para realizar la prueba, llena un vaso o un recipiente con agua a temperatura ambiente y sumerge el huevo en él. Dependiendo de su frescura, el huevo adoptará una posición diferente:
Huevo fresco (recién puesto o con pocos días): Se hundirá hasta el fondo y permanecerá acostado de lado. Esto ocurre porque la cámara de aire dentro del huevo es muy pequeña, lo que indica que aún conserva su frescura y es seguro para el consumo.
Huevo semi-fresco o de varias semanas: Se hundirá, pero comenzará a inclinarse ligeramente o incluso a ponerse de pie en posición vertical. Esto sucede porque, con el tiempo, el huevo pierde humedad a través de su cáscara porosa, lo que permite que entre aire y haga que la cámara de aire crezca. Aunque no es tan fresco como un huevo recién puesto, aún puede consumirse sin problema.