CÓMO LA HIPERTENSIÓN ARTERIAL DAÑA SILENCIOSAMENTE AL CEREBRO Y FAVORECE LA DEMENCIA

te explico de manera detallada cómo la hipertensión arterial daña silenciosamente el cerebro y favorece el desarrollo de demencia.

La hipertensión es un “asesino silencioso” porque, durante años o incluso décadas, no suele presentar síntomas evidentes, pero todo ese tiempo está causando un daño progresivo e irreversible en el cerebro.

Mecanismos Clave del Daño Cerebral Silencioso

El daño ocurre a través de varios mecanismos interconectados:

1. Daño a las Arterias Pequeñas (Arteriolas) y Microinfartos:

  • Estrés Mecánico: La presión arterial constantemente alta golpea con fuerza las paredes internas de las pequeñas arterias y arteriolas del cerebro.

  • Engrosamiento y Rigidez: Para soportar esta presión, las paredes de los vasos se engrosan y se vuelven rígidas (un proceso llamado hipertrofia de la media). Esto estrecha la luz del vaso, dificultando el flujo de sangre.

  • Isquemia Silenciosa: El flujo sanguíneo a las zonas más profundas del cerebro (materia blanca) se reduce crónicamente. Esto priva a las células de oxígeno y nutrientes, llevando a la muerte de oligodendrocitos (células que protegen los axones neuronales) y a la desmielinización (pérdida de la “capa aislante” de las neuronas).

  • Microinfartos: Los vasos dañados pueden ocluirse por completo, causando pequeños infartos cerebrales (microinfartos) tan minúsculos que pasan desapercibidos clínicamente, pero que se van acumulando. Cada uno de ellos destruye un pequeño grupo de neuronas y sus conexiones.

2. Disfunción de la Barrera Hematoencefálica (BHE):

  • La BHE es una capa de células especializadas que recubre los vasos sanguíneos del cerebro y actúa como un filtro muy selectivo, protegiendo al tejido cerebral de toxinas y componentes dañinos de la sangre.

  • La hipertensión crónica daña y debilita esta barrera, haciéndola “goteante”.

  • Esto permite que proteínas plasmáticas (como el fibrinógeno) y otras sustancias tóxicas se filtren al cerebro, desencadenando inflamación crónica y dañando directamente a las neuronas y a las células de soporte (astrocitos).

3. Estrés Oxidativo e Inflamación:

  • El flujo sanguíneo turbulento y la disfunción endotelial (en el revestimiento interno de los vasos) generan una producción excesiva de radicales libres (estrés oxidativo).

  • Estos radicales libres dañan las células y desencadenan una respuesta inflamatoria persistente. La inflamación crónica es un motor clave en el daño neuronal y la progresión de la demencia.

4. Acumulación de Beta-Amiloide (relación con el Alzheimer):

  • Estudios recientes sugieren que la hipertensión perjudica la capacidad del cerebro para eliminar proteínas tóxicas, como la beta-amiloide (la proteína que forma las placas características del Alzheimer).

  • El flujo sanguíneo reducido y la disfunción de la BHE dificultan el “sistema de limpieza” del cerebro (el sistema glinfático), permitiendo que estas proteínas se acumulen y agreguen, acelerando así la patología del Alzheimer.

Las Consecuencias: El Camino hacia la Demencia

El daño acumulado por estos mecanismos se manifiesta de varias formas, todas conducentes al deterioro cognitivo:

 

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